Ponencia mesa: Espacios intermedios entre cuerpo y tecnología.
En el texto Prótesis y desbordes de lo humano-animal me interesa la experiencia sensible del arte, específicamente en lo que respecta a la lectura que podemos realizar sobre la prótesis y su significado envuelto en analogías, simbiosis e interacciones con la idea de un cuerpo “humano y animal”. Estas prótesis provenientes de las obras: El ruiseñor y la rosa de Carlos Leppe, Estampida de Carlos Martiel y Que el caballo viva en mí del colectivo Art Oriente Objet no se encuentran exentas de paradojas y complejidades acerca de lo humano.
En la complementación de lo humano y la prótesis (como un otro), aparece la presencia de una identidad hibrida y desbordada, en el sentido que el historiador José Luis Barrios define, para pensar en el desborde de los límites: “sobrepasamiento del límite de toda identidad”. En el desborde y la aparición de este otro, se pierden la formas y las fronteras identitarias, al volverse lo humano un estadio difuso, borroso y poroso.
En el análisis sobre las prótesis realizadas en el espacio del arte, es indudable que las preguntas o reflexiones tengan una dimensión que se expande críticamente hacia algunas corrientes filosóficas, pues no se puede separar lo técnico de la dimensión filosófica por la pregunta acerca del cuerpo y lo humano. Y aunque los ejemplos que voy a proponer se fraguan mediante analogías, metáforas y bio/tecno experimentaciones, de un modo inequívoco la interacción entre un cuerpo y otra cosa, también nos plantea que desde el bio arte a la ciencia hay un solo paso, y desde la imaginación a la transfiguración con una materialidad otra, un gesto poético/político (que en el arte) desplaza el sentir antropocéntrico. Sin embargo, en estas configuraciones protésicas, el mundo de la ciencia igualmente inaugura las corporalidades de lo humano/animal, como es el uso de animales vivos y reproducidos para extraer sus corazones y generar implantes en cuerpos humanos; es decir, prótesis.